martes, 17 de junio de 2014

A través de tus ojos - Capítulo 1

Hace frío. 

En mi reloj marcan las 7:30 pm, lo que quiere decir que tengo por lo menos 1 hora dentro del carro. En el asiento trasero se encuentra una maleta y una botella de champán para la ocasión. 
Las ventanas del auto esta empañadas y la nieve comenzó a caer, no es para menos. Mi reloj esta quebrado pero aún así se alcanza a ver la hora y la fecha. Veinticuatro de Diciembre, 7:32 pm.

 La nieve fuera comienza a caer más a prisa y el viento comienza a arremeter contra el parabrisas estrellado frente a mi. Es tanta su fuerza que hace que el parabrisas se mueva de la parte más frágil. 

El pronóstico del clima decía que habría nevadas intensas, que era recomendable no salir. Pero aquí estoy esperando algo que no llegara. Detrás de mi se comienzan a borrar las huellas de los neumáticos y del rastro de hojas y ramas quebradas. 

Limpió un poco el parabrisas y veo frente a mi aquel viejo roble que se mueve todavía, por la fuerza del aire. Por encima de mi a quince metros de altura está la carretera, a un lado un pequeño auto rojo a caído estrepitosamente. Por la nieve la carretera se congeló y fue difícil para el conductor frenar a tiempo, su única ayuda un viejo roble que se encontraba exactamente a donde el carro se precipito. 

Creo que tengo suerte, al menos eso pienso, no cualquiera puede decir que sobrevivió a algo así. Aunque si esto significa sobrevivir creo que hubiera preferido morir. 

Delante de mi el parabrisas estaba estrellado, la bolsa de aire del carro estaba echa una placenta flácida y estaba literalmente atrapado. Mis brazos no podía moverlos con libertad y mi pecho me dolía, el impacto más la fuerza de la bolsa de aire se habían encargado de dejarme adolorido el pecho e inmóvil.

A lo lejos en la carretera se podía ver la sección donde mi auto atravesó la baya de seguridad, cualquiera que pasara por ahí debería de notar que algo no andaba bien. Pero gracias a el clima, las huellas empezaban a ser tapadas por nieve, con la recomendación de que nadie salga y con la fecha marcada en el calendario, hacían que mis posibilidades fueran menos.

Tenía más de una hora aquí y hasta el momento las únicas luces que había visto eran las de mi carro.

A lo largo de mi mejilla comienza a bajar una gota caliente que poco a poco se convierte en un pequeño hilo, no tengo que verme para saber que tengo una herida, por que tengo muchas, todas sangran, todas duelen.

Estoy atrapado y lo único en lo que puedo pensar es en el motivo que me tiene aquí, lo que me hizo terminar en el fondo del rizco. Es estúpido pensar en lo único que me causo todo esto.

Giró la cabeza a el asiento del copiloto y ahí sin decir una palabra, mirando fijamente hacia el roble, esta mi razón de todo. Esta Ella. 

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